Sobre Aura (de Carlos Fuentes) y la Ciudad

“…no es la memoria que recuerda lo pasado, sino el pasado que vuelve.” Octavio Paz

Aura, reflejo de nuestra cultura; pasado y presente cuya separación se difumina y confunde, se entrelaza; magia, ritos –el eterno retorno-, religión, simbolismo, funciones atribuidas a lo femenino y a lo masculino.

Pasar las páginas, ser uno más de los personajes del libro, parte del personaje principal; quizás leerlo sea un rito más creado para que recordemos quiénes somos y de dónde venimos.

Una casa en el centro histórico que convoca al pasado, cuyo segundo rostro, su interior, aparece imperturbable ante el caos exterior. Pero, ¿qué pasa con los demás, con los que de ellos solo se mantiene la fachada como si el centro fuese ahora un escenario o quizás como si el pasado diese sus últimos estertores de vida, la última batalla? Ciertamente el pasado se mantiene tras unos cuantos edificios, aún queda un rastro tras la penumbra; roles, superchería, incluso olores y puertas desvencijadas. Los edificios, las fachadas que de otros quedan, son un intento de eterno continuo del pasado de intentar parar el tiempo y el desuso, incluso los nuevos edificios que buscan integrarse en este contexto forman ahora parte de un rito de perpetuación.

Pero por más ritos e invocaciones, por más que también forme parte de nosotros, de nuestra identidad, y que por ello tenga por tanto un valor innegable; el pasado, pasado es y en el pasado está. Por más que se conserve, la forma de verlo y sentirlo cambiará, se transformará y reinterpretará.

“Caminante no hay camino

sino estelas en la mar...” Antonio Machado